¿Deberían incluirse los robots dentro de la agenda de la fiscalidad digital?
Digital es, según la RAE, un dispositivo o sistema que crea, presenta, transporta o almacena información mediante la combinación de bits, o aquello que se realiza o transmite por medios digitales.
Un ordenador es digital, pero también lo es un robot que combina la utilización de medios mecánicos, electrónicos y digitales para manipular objetos o realizar operaciones, con la finalidad de realizar una actividad, que en muchos casos sustituye a la realizada por un trabajador.
En el debate de su investidura, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez dijo que impulsará la fiscalidad digital, pero… ¿qué pasa con los robots?, ¿deberían incluirse dentro de la fiscalidad digital y pagar impuestos por los puestos de trabajo que se suprimen?
Pero... si un particular no paga impuestos por tener un robot aspiradora, ¿debería pagar impuestos una empresa por automatizar su producción con robots? En ambos casos se cambia mano de obra humana por trabajo robotizado, en el primer caso se ahorraría mano de obra doméstica, bien propia o por cuenta ajena, y en el segundo la empresa se ahorraría horas de operarios de producción.
Y qué pasa con un tractor; la utilización de los tractores ha posibilitado disminuir sustancialmente la mano de obra empleada en el trabajo agrícola, pero si se automatiza su conducción y se prescinde de su conductor, se estaría prescindiendo de un solo puesto de trabajo, cuando su utilización en masa ha supuesto una revolución en el campo, que ha expulsado de la agricultura a millones de jornaleros.
La Comisión Europea se focaliza en grabar la economía digital, pero no entra en el dilema de si los robots deben pagar impuestos, mientras que empresarios como Bill Gates sí defienden que esta es una medida que debería comenzar a implantarse.
La digitalización de las empresas, las inteligencias artificiales, la cada vez más especializada robotización de la industria y el transporte autónomo, supondrán la eliminación de millones de puestos de trabajo en todo el mundo, lo que mermará las rentas del trabajo que en nuestro país se gravan con el IRPF, rentas que tendrán que ser sustituidas por otros impuestos, máxime si tenemos en cuenta el problema demográfico de nuestro país. Pero... ¿dónde se pone el límite a lo que se considera un robot en el caso de que se sometan a tributación?
La robotización puede ayudar al sostenimiento de las arcas públicas y al pago de las pensiones, pero los ciudadanos necesitan tener ingresos para consumir los productos que fabriquen los robots, y alguien tiene que pagar los impuestos para el mantenimiento de los servicios públicos y de las estructuras del Estado. La adaptación de la fiscalidad a los nuevos desafíos de la digitalización y robotización de nuestra sociedad mantiene en alerta a las autoridades fiscales de todo el mundo y supondrá un importante esfuerzo de adaptación para los responsables de la fiscalidad de las empresas.
Uno de los objetivos de la Agenda 2030 hace referencia al trabajo decente y al crecimiento económico, y a ello puede ayudar la digitalización y la robotización, pero el problema reside en cómo distribuir las rentas de la nueva sociedad digital para que lleguen al conjunto de los ciudadanos y a la Agencia Tributaria.
El CEF.- aborda los retos de la fiscalidad del futuro en sus programas formativos permanentemente actualizados, de manera que para todos aquellos que estén interesados en prepararse para afrontar los retos de la fiscalidad del futuro, les ofrece la posibilidad de especializarse mediante el Máster en Tributación/Asesoría Fiscal. O si lo que se necesita es conocer de una manera más detallada la fiscalidad digital, el CEF.- cuenta con dos cursos específicos: el Curso sobre Fiscalidad de la Economía Digital y el Curso sobre Transformación Digital: Aspectos Fiscales y Laborales.José Ramón Fernández de la Cigoña Fraga
Colaborador del CEF.-