Impuestos en voz alta: La auditoría fiscal
La auditoría fiscal es una especialidad propia del conocimiento tributario que mezcla las ramas del saber fiscal, las técnicas de análisis y valoración de la auditoría contable y las de gestión moderna de riesgos. La auditoría fiscal se hace necesaria en numerosas ocasiones durante la vida de una empresa: en reestructuraciones, por razones de financiación, por peticiones de socios, etc. Su conocimiento se hace necesario tanto para empresarios como para fiscalistas internos y asesores responsables de los impuestos de la sociedad.
A mayor abundamiento, resulta que el foco de la llamada responsabilidad social corporativa (RSC) centra su atención en la pulsión social por la que se deja entrever el diferente tratamiento impositivo que se da a las rentas de la persona física y de la mercantil, y dentro de estas, la diferencia de trato entre las pequeñas empresas y las grandes corporaciones; que, si bien es cierto que no es manifiestamente contrario a la ley, la circunvala en maniobras que acaban siendo calificadas como elusión en lugar de como delito fiscal. De ahí que el hecho de que las empresas muestren transparencia en el plano tributario ha hecho que la auditoría fiscal cobre especial importancia.
Durante años la contabilidad solo ha servido para rellenar formularios tributarios para su posterior presentación ante los organismos fiscalizadores. La introducción de la contabilidad analítica y la creciente complejidad de la ciencia contable, unida a la necesidad de traer confianza a los inversores y socios por medio de la auditoría de cuentas anuales, fueron perfeccionando la materia hasta colocar a la contabilidad como la propia partitura de la organización empresarial, en símil con el lenguaje musical.
En este contexto, la auditoría fiscal cobra una importancia vital para la revisión de las cuentas anuales, en tanto en cuanto se necesita la emisión de una nota fiscal para su validación, y en general para la anticipación de riesgos y contingencias fiscales antes de que puedan provocar un problema para la sociedad.
En la auditoría fiscal, como apuntamos, convergen los conocimientos de tres disciplinas: el área fiscal y contable sobre la que versa la materia de fondo, contabilidad e impuesto sobre sociedades; el área de gestión de riesgos más propia del sector asegurador, que recientemente se viene extendiendo a todas las profesiones, incluida la auditoría contable; y, cómo no, las técnicas de auditoría para la revisión y verificación de cuentas anuales.
Esto hace de la disciplina una materia con cierta complejidad heredada de las asignaturas que la componen, y por tanto un codiciado hueco de negocio para los que la conocen bien, que pueden guiar su destino profesional hacia las grandes auditoras o potenciar su candidatura a fiscalista interno de empresa, con el conocimiento avanzado de la auditoría fiscal.
El conocimiento fiscal debe ser profundo, ya que los riesgos pueden presentarse en operaciones complejas en todo tipo de tributos, desde el impuesto sobre sociedades, pasando por el de renta, por la traslación de beneficios hacia la persona física titular de la sociedad, hasta el impuesto sobre actividades económicas.
Las técnicas de auditoría se deben manejar con cierta soltura para poder determinar con certeza si las tendencias y fallos detectados suponen un problema a la hora de firmar la nota fiscal.
La gestión de riesgos, que se configura como nuevo paradigma de la gestión empresarial por cuanto de anticipación aporta a la misma, implica un conocimiento profundo no solo de las compañías como individuos, sino también del entorno competitivo y macroeconómico en que se mueven. Todo lo cual hace de la gestión de riesgos una ciencia compleja que merece especial atención dentro de la auditoría fiscal.
Por estas razones el CEF.- lleva formando expertos en esta especialidad en un buen número de ediciones del Curso Monográfico sobre Auditoría Fiscal.
Ricardo Seoane Royo
Abogado, asesor de compliance, estrategia e innovación